domingo, 20 de enero de 2008
OTRO MÁS PASADO DE MODA QUE LA CARRACUCA
lunes, 14 de enero de 2008
IÑAKI GABILONDO: EL NUEVO SANTÓN
¡Lo que nos faltaba! Ahora hasta saben de Liturgia más que el Papa. ¿Habrá cosa que ellos no sepan?
Este tío acaba de cerrar las noticias de su cadena, que como la mayoría sabe destaca por su parcialidad, por su sectarismo y por el ejercicio descarado de un periodismo absolutamente tendencioso, con la siguiente guinda: "La Iglesia mirando hacia su verdad y de espaldas a la gente".
Se las trae el pavo este. Resulta que ahora está preocupado por las cuestiones litúrgicas de la Iglesia y le causa pupa que el Santo Padre haya celebrado ayer mismo la Santa Misa vuelto hacia el Señor, vuelto hacia oriente.
Sus palabras lo dicen todo y manifiestan la ralea de este sujeto que es de los que primero mira a su gente y para no defraudarlos se inventa su verdad y así la cuenta.
Cuando a toda esta tropa les preocupa el tema de la orientación del altar católico es motivo más que suficiente para que nos pongamos todos mirando "hacia la pared".
Este gran "filósofo"no destaca precisamente por el amor a la verdad, que seguro que para él ni existe. Él tiene "su verdad" y vive de ella y como vive de ella intenta embaucar e imponerla a los demás.
Este gran "teólogo" se debe pensar que la Iglesia vive como él de cara a la galería y dando tumbos según lo que piensen o dejen de pensar "las mayorías".
Este no sabe que la verdad "es", en su cortedad se piensa que la verdad "se hace", y por eso él se dedica a "hacerla" e "inventarla" a diario.
La guinda que ha puesto esta tarde no crean que ha sido una guinda dulce. ¡No!. Era amarga. Era verdadera esencia de su propia amargura. Era un concentrado de sus oscuras frustraciones.
Lo dicho, cuando tipos como este ladran, entonces es que cabalgamos y en la dirección correcta.
¡Que siga ladrando!
viernes, 9 de noviembre de 2007
SE HA ABIERTO LA VEDA. SE HA PERDIDO LA VERGÜENZA


Si en la Iglesia hay libertad de expresión, entonces la hay para todos.
Si en la Iglesia se pueden hacer públicas las disensiones con la Jerarquía, entonces podemos publicarlas todos, guste o no guste. Se tiene que acabar que unos sí y otros no. Porque mientras no se demuestre lo contrario todos tenemos derecho a ser tratados como hijos de buena madre, y por lo tanto se acabó que a un sector de la Iglesia se pretenda tratarnos siempre como hijos de madrastra. ¡SE ACABÓ!
Aquí no nos movemos por los gustos de los jerarcas de la Iglesia, sean del grado que sean. No hemos venido a la Iglesia ni hemos consagrado nuestra vida para cumplir gustos particulares ni caprichos de nadie. No hemos venido ni permanecemos para con nuestro silencio contribuir a la extensión de ciertas ideologías clericales que pretenden imponerse apelando a una falsa obediencia.
Los únicos 'gustos' a los que nos atenemos son los de Jesucristo y los de la Iglesia, dejando bien claro que se trata de los 'gustos' de la Iglesia de Roma, Madre y Maestra de todas las Iglesias. Por lo tanto nos asiste todo el derecho del mundo a manifestar nuestro asombro, nuestra decepción y nuestra más firme condena como Católicos si la jerarquía aprobase o consintiese comportamientos como los que tristemente muestran las fotografías que encabezan este post.
Nos asiste todo el derecho del mundo a protestar ante quien sea y con la clara conciencia de que si callamos un día se nos pedirán rigurosas cuentas de nuestro silencios.
Si alguien dice que esto es la Misa, tal y como la Iglesia la entiende, entonces ese tal ha perdido la vergüenza.
Si alguien dice que esto se ajusta a la dignidad y al respeto que la Iglesia exige ante el misterio eucarístico, entonces ese tal ha perdido la vergüenza.
Si realmente este tipo de atropellos fuesen abiertamente consentidos por las autoridades pertinentes y esas mismas autoridades tuviesen la cara dura y la osadía de poner trabas a quienes con todas las bendiciones del Santo Padre optan por celebrar el Rito Tradicional de la Misa, estaríamos ante un ejercicio de desfachatez y de autoritarismo verdaderamente insoportables. La autoridad se desprestigiaría a sí misma con tintes de verdadera corrupción.
Lo sentimos profundamente, pero estamos tocando lo más sagrado que como hijos de la Iglesia tenemos.
La Misa no es tuya ni mía. La Misa no es del cura, ni de la parroquia, ni del obispo. La Misa no es ni de Entrevías ni del Vaticano. La Misa es de la Iglesia y sólo a ella le compete establecer las leyes y normas pertinentes para su recta celebración.
¿Se puede tolerar esto mientras se están poniendo trabas a los fieles que desean arrodillarse para recibir la Sagrada Comunión?
¿Se puede mirar para otro lado mientras a otros sacerdotes se les observa con lupa y microscopio?
¿Por qué a unos se les amenaza fácilmente con penas canónicas y otros se mueven a sus anchas?
¿Por qué hay jerarcas tan fuertes con los débiles y tan débiles con los que se hacen fuertes?
¡Cuántas preguntas suscitan ciertos comportamientos escandalosos!
¿Van a despertar por fin los silenciosos y amedrentados haciendo valer los derechos que tienen como fieles de la Iglesia?
¿Se dignarán los católicos ponerse a defender abiertamente el tesoro de la Santa Misa?
¡Ojalá no hayamos perdido todos la vergüenza!
miércoles, 31 de octubre de 2007
LA OBEDIENCIA EN LOS LABIOS DE LOS DESOBEDIENTES
Resulta curioso que en el período posconciliar, muchos de los que se dedicaban a hacer lo que realmente les daba la gana: negar el dogma católico, disentir abiertamente de las enseñanzas del Papa, menospreciar el Derecho canónico, saltarse a la ligera la disciplina de la Iglesia, etc. Esos mismos eran los que apelaban a la obediencia siempre que se referían a personas o grupos que manifestaban su disconformidad con ciertos cambios graves que se producían en la Iglesia.
Justamente, los que literalmente "pasaban de todo" y hacían lo que querían, eran quienes desprestigiaban y tildaban a los otros de desobedientes. ¡Qué ironía y qué desfachatez!.
Sin embargo, hay que reconocer que su estrategia les dió buenos resultados, en el sentido de que gran parte de los católicos se lo creyeron. Con tal de no caer bajo la sospecha de ser desobedientes tragaron con carros y carretas y aceptaron con perpeljidad interior, pero sin la mínima resistencia exterior, la "revolución" que se estaba operando y cuyos capataces eran precisamente aquellos que siendo los más desobedientes apelaban a la obediencia para reducir y neutralizar a los otros. En gran medida lo consiguieron.
Quienes hicieron saltar por los aires la disciplina de la Iglesia y firmaron la sentencia de muerte de la "obediencia ciega", esos mismos lograron imponer la "obediencia ciega" a quienes en su mente y en su corazón juzgaban escandaloso y sentían rechazo hacia cuánto estaba pasando.
Claro está que los desobedientes contaron en gran medida con la ayuda inestimable de abundantes pastores. Sí, pastores que también apelaban y llamaban a la obediencia, pero siempre dirigiendo sus llamadas y sus "amenazas canónicas" no a los auténticos "rebeldes", sino precisamente a aquellos que estaban seguros de doblegar explotando su buena voluntad y su deseo verdadero de permanecer fieles a la Iglesia, evitando a esta brechas y escándalos.
Ciertamente, en nombre de la obediencia -una falsa y malentendida obediencia- se impuso una verdadera revolución, se silenció a la mayoría de los sacerdotes, religiosos y fieles, se cometieron innumerables abusos de autoridad. Todo ello, mientras cínicamente se criticaban y condenaban autoritarismos pasados, se hablaba de "la hora de los laicos"- ahora más silenciados y escandalizados que nunca-, se proclamaba la corresponsabilidad en las comunidades religiosas -sometiendo a la mayoría a las disposiciones de "grupos de presión" o de "presuntos peritos y peritas"-. Todos cuantos manifestaban reparos y resistencias eran reducidos exteriormente por las llamadas de la superioridad, en los distintos niveles, a la obediencia. Reducidos y acallados por los eslóganes del momento: "Renovarse o morir", "No seas tridentino", "Hay que estar con los tiempos", "Hay que ser abiertos", "Hay que volver a las fuentes", "Hay que estar con la Iglesia"...
Ahora que han empezado a cambiar las tornas, ¿dónde está nuevamente la obediencia de los desobedientes? ¿Van a obedecer a Benedicto XVI? ¿Van a colaborar o van a ofrecer al Papa su silencio y su desprecio? ¿Piensan dedicarse a entorpecer y a poner trabas?...
Los Obispos que en el pasado más reciente tanto han apelado a la obediencia a los católicos -sacerdotes, religiosos y laicos-,¿van a seguir apelando ahora con el mismo ímpetu y siendo ellos ejemplo del rebaño?...
La nueva estrategia parece ser: "Hay que obedecer al Concilio". ¿Sabrán responderles con cotundencia los hasta ahora silenciados : "Hay que obedecer al Papa"?.
sábado, 13 de octubre de 2007
SOBRE OBISPOS, CURAS Y LA MISA TRADICIONAL
A partir del Motu Proprio Summorum Pontificum se entiende que hay un único Rito Romano con dos formas: la forma ordinaria (Misal de Pablo VI) y la forma extraordinaria (Misal de 1962). Siguiendo esta lógica algunos obispos ya han manifestado públicamente su decisión de exigir a los futuros curas que salgan del seminario el saber celebrar las dos formas del único Rito Romano. Cualquiera que tenga un mínimo de sentido común juzgará dicha decisión como la actitud más propia y correcta que cabría esperar de los obispos. Eso sí que es buscar el bien espiritual de todos los fieles. Eso es lo propio de un obispo que verdaderamente quiere ser padre y pastor de todos aquellos que le han sido encomendados. Esa es la actitud propia de un obispo católico que ha de gobernar la porción que le ha sido encomendada en perfecta comunión con el Papa, Pastor Supremo y universal de la Iglesia. Todo lo que se salga de ahí es más bien deslealtad, debilitamiento de la comunión eclesial y un juego macabro a convertir las diócesis en pequeños reinos de taifas en los que cada uno de esos obispos pretende ser un sumo pontífice en miniatura. Vamos, que la cosa tiene más que ver con el espíritu autocéfalo de los ortodoxos o liberal de de los protestantes, que con el genuino espíritu católico. La publicación del Motu Proprio ha servido también para que todos los de la "cáscara amarga" se hayan echado a las armas comenzando a disparar: "que se exija a cuantos desean celebrar el rito extraordinario pruebas públicas de que no ponen en duda la legitimidad del rito de Pablo VI". Estos que llevan cuarenta años haciendo lo que realmente les da la gana se nos presentan ahora como guardianes de la ortodoxia.Pues bien, siguiendo su lógica ¿no habría que exigir a todos estos, obispos y curas, que den pruebas públicas de que admiten la legitimidad y la ortodoxia del Misal que durante siglos y siglos ha usado la Iglesia? Estos obispos y estos curas inflamados de celo apostólico y doctrinal a la hora de defender el Misal de Pablo VI, ¿manifiestan el mismo celo y la misma pureza doctrinal defendiendo y amando la lex orandi multisecular de la Iglesia? Pues den prueba de su catolicidad celebrando también el rito extraordinario. Si el Papa les obligara a ello veríamos que pasaría... Por lo tanto, igual que hacen ellos, mientras se nieguen a celebrar también conforme al Misal de 1962, es legítimo que los demás dudemos o pongamos en entredicho su adhesión a la fe de siempre, a la Iglesia de siempre, a la doctrina de siempre y a lo que siempre la Iglesia ha entendido y enseñado qué es la Santa Misa. ¿No será que para muchos o para todos estos su "Iglesia" nació en 1962 y su lex orandi en 1969?. Manifiesten lo contrario y si quieren ser creíbles cojan el Misal de 1962 y empiecen... Sí, ustedes también señores obispos, ustedes también.
lunes, 17 de septiembre de 2007
SE ESCUCHAN LOS AULLIDOS. BENEDICTO CONTABA CON ELLO DESDE EL PRIMER DÍA DE SU PONTIFICADO
Como era de esperar comienzan a hacerse públicas las distintas reacciones ante la entrada en vigor del Motu proprio de Benedicto XVI sobre el uso del Misal de 1962. Lógicamente las que más nos interesan son las reacciones episcopales. Hay de todo: abierta oposición, acogida favorable y también descarada hipocresía, consistente en hacer profesión pública de obediencia al Papa, pero intentando por todos los medios poner todas las trabas para defenestrar e imposibilitar la aplicación del Motu proprio.
Ha habido "lobos" que se han envalentonado anunciando que en su territorio mandan ellos.
Ha habido "lobos disfrazados con piel de oveja"que se han puesto manos a la obra para hacer lectura del Motu proprio haciéndole decir lo que no dice con el fin de reventarlo. Exactamente igual que hicieron con la letra del Concilio distorsionándola y dinamitándola con la treta del "espíritu del concilio".
Ha habido otros que más bien son "perros mudos", que ni aullan, ni ladran, ni se sabe que piensan, si es que piensan algo que valga la pena. Estos se dedican a olfatearse a sí mismos.
Ha habido también buenos Obispos, Pastores según el Corazón de Cristo, que se han puesto manos a la obra, aprovechando la ocasión para recuperar los tesoros de la Tradición, sin por ello rechazar cuanto de bueno se ha hecho en los últimos años.
Es ya de por sí una vergüenza la desobediencia en la Iglesia, espíritu opuesto y del todo contrario al de Cristo "que por nosotros se hizo obediente hasta la muerte y una muerte de cruz". Pero la desobediencia, la sordina a los deseos del Papa, y la resistencia subterránea por parte de algunos obispos son actitudes tan pérfidas que claman al cielo.
¿Se han olvidado que también ellos tienen que obedecer? ¡Son los primeros que deben obedecer!
¡Lo han prometido, pues que lo cumplan! ¡Obedezcan Señores Obispos, obedezcan al Vicario de Cristo! ¡Obedezcan a aquél que ha sido puesto como roca y fundamento visible de la unidad de la Iglesia! ¡Abandonen de una vez la herejía del conciliarismo! ¡De ninguna manera pueden ustedes presentarse en sus diócesis como una autoridad alternativa a la del Romano Pontífice! El Papa no es uno entre iguales en el cuerpo episcopal. Él es Pedro, la Cabeza visible, el único que tiene la suprema potestad sobre todas las Iglesias, el Pastor de los fieles y de los pastores.
Es de Pedro de quien emana la legitimidad del triple munus episcopal para, una vez recibido, colaborar con Pedro y bajo Pedro a la edificación de la Iglesia.
"Definimos que la Santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice tienen el Primado sobre todo el orbe y que el mismo Romano Pontífice es el sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles, verdadero Vicario de Cristo y cabeza de toda la Iglesia y padre y maestro de todos los cristianos; y que al mismo tiempo, en la persona del bienaventurado Pedro, le fue entregada por nuestro Señor Jesucristo plena potestad de apacentar, regir y gobernar a la Iglesia universal, como se contiene hasta en las actas de los Concilios ecuménicos y en los sagrados cánones" (Concilio de Florencia, 694)
El Papa tiene jurisdicción sobre todos los obispos, por lo cual es superior ordinario e inmediato de todas las diócesis y de todas las iglesias del mundo. (Vaticano I)
sábado, 8 de septiembre de 2007
QUE SE APARTE BENEDICTO XVI
Que se aparte Benedicto XVI y ceda el paso a la sabiduría de estos curas de la diócesis de Santiago de Compostela que en la Hoja parroquial de su arciprestazgo han publicado el siguiente artículo. Un derroche de ciencia, un torrente de teología litúrgica y pastoral que sin duda cambiará desde ya el rumbo de las ciencias sagradas. Una bocanada de ortodoxia doctrinal y pastoral...
¿Pero cómo se le ocurre a Benedicto no haberles consultado? ¿Pero cómo se puede dejar en el olvido a semejantes celebridades? ¿Qué pesan los débiles argumentos de Benedicto ante estos pesos pesados de la investigación, del saber y del bien hacer?
Admírense señores porque ponemos ante ustedes una pieza literaria que ni Cervantes... Qué estilo literario, qué dominio del lenguaje, qué presición y claridad de conceptos. Qué borrachera de saber...
Admírense porque ante estos reverendos Benedicto XVI conoce tanto el Concilio como Adán y Eva el inglés.
Atento el Nuncio que aquí hay cantera de mitras. No nos deje en las tinieblas del error en las que nos tiene sumidos el Papa Benedicto. Saque a la luz estas lumbreras compostelanas.
A continuación la pieza del nuevo siglo de oro de las letras y de la ciencia teológica:
viernes, 10 de agosto de 2007
DECLARACIÓN DEL CONSISTORIO PROTESTANTE DE AUGSBURGO RESPECTO DE LA MISA DE PABLO VI
"Estimamos que en las presentes circunstancias, la fidelidad al Evangelio y a nuestra tradición no nos autoriza a oponernos a la participación de los fieles de nuestra Iglesia en una celebración eucarística católica. ( Lo que quiere decir que en las presentes circunstancias, la nueva Misa ya no se opone a la tradición protestante. N.T.)
"Es necesario, sin embargo, obrar con discernimiento y sabiduría. No debería aceptarse la invitación de otra Iglesia más que cuando pueda reconocerse, personalmente, en su celebración eucarística, la celebración de la Cena tal como el Señor la instituyó. ( Es decir, tal como Lutero lo entendió. N.T.) Dadas las formas actuales de la celebración eucarística en la Iglesia Católica y en razón de las presentes convergencias teológicas, (Ya que las dos teologías convergen y la de los protestantes no ha variado; resulta claro que la teología de la nueva misa, para ellos, se ha puesto del lado de la teología protestante que niega los Dogmas eucarísticos. N.T.) muchos de los obstáculos que habrían podido impedir a un protestante la participación en su celebración eucarística, parecen estar en vías de desaparición. Hoy en día debería ser posible para un protestante reconocer en la celebración eucarística católica la Cena instituida por el Señor. (Es decir, la Cena protestante).
En particular nos corresponde velar, por los siguientes puntos:
El carácter evangélico de la celebración en la que el protestante pueda participar debe ser manifiesto (Es el caso de la nueva misa, para ellos, puesto que la aceptan. N.T.).
Nosotros defendemos firmemente la comunión bajo las dos especies, no sólo por fidelidad al Evangelio y a la Reforma, sino porque para nosotros esta práctica se opone a una cierta apariencia de clericalismo ( En otras palabras, en la comunión bajo las dos especies ven sobre todo una oposición declarada al Concilio de Trento. N.T.).
Nos atenemos al uso de las nuevas plegarias eucarísticas bajo las cuales nos reconocemos y que tienen la ventaja de matizar la teología del sacrificio que teníamos por costumbre atribuir al catolicismo ( Matizar la teología del sacrificio, es decir, no confesar el carácter propiciatorio de la Misa. N.T.). Estas oraciones nos invitan a reconocer una teología evangélica del sacrificio (Es decir, una teología protestante que niega el carácter propiciatorio del sacrificio. N.T.)"
(Revista Roma)

viernes, 22 de junio de 2007
EL DOGMA DEL INFIERNO ETERNO
martes, 12 de junio de 2007
MONSEÑOR MARTINI NO ATA NI DESATA